Una tarde para la historia junto a María Santísima del Rocío y Esperanza
La historia se escribe a base de momentos únicos, detalles que marcan una vida, tardes que permanecen en la memoria colectiva de quienes lo presenciaron y que se trasmite de generación en generación. La de ayer, junto a María Santísima del Rocío y Esperanza, fue una de esas tardes. Escritas con letras de oro en la cincuentenaria historia de la cofradía del Lunes Santo. Una tarde extraordinaria.
La Hermandad del Calvario, nacida hace 50 años para reavivar una Semana Santa que languidecía, recibió ayer el cariño y el arropo de toda la Huelva cofrade. La Virgen del Rocío y Esperanza se paseó por la ciudad desafiando a la lluvia en una jornada extraordinaria en todos los sentidos. Desde la salida a plena luz del día al atavío de la imagen. Desde los sones musicales que acompañaron a la dolorosa hasta el recorrido por el casco histórico. Hasta la decisión de salir resultó extraordinaria, imponiéndose la Esperanza al leve Rocío que a la hora prevista para la salida caía sobre la calle Jesús del Calvario. Gotas de agua que como en el último Lunes Santo cesaron para poder disfrutar de una estampa única.
A los sones de música de capilla comenzaba a abandonar el cortejo el interior del templo de la cofradía, como no queriendo olvidar el sobrio carácter franciscano de la hermandad. Hermanos de luz seguían la estela que dejaba la cruz gótica de La Rábida, acompañados por las representaciones de las hermandades de Emigrantes, Huelva, Lanzada, Prendimiento, Esperanza y Sagrada Cena, así como los hermanos mayores de las cofradías con sede en la Parroquia de la Purísima Concepción. También acompañaron en la presidencia instituciones como el Ayuntamiento de Huelva, la Diputación de Huelva, el Puerto de Huelva o el Consejo de Hermandades.
Los sones de la Banda de Música del Maestro Tejera recibieron a la Virgen del Rocío y Esperanza en la calles. Una estampa inédita y un repertorio medido y elegido para la ocasión, interpretándose composiciones de corte más sobrio junto a los grandes clásicos de la música procesional. Con un cielo cubierto de nubes que hacían dudar, la Virgen puso rumbo a la Iglesia de la Purísima Concepción, a cuya parroquia pertenece la Iglesia del Calvario. Seguiría un itinerario poco habitual pero que llevaría a la imagen a visitar el Convento de las Madres Agustinas. Allí, a sus puertas, era recibida por la comunidad, con Sor Amparo, su primera vestidora, ofrendándole un ramo de flores.
A partir de aquí, María Santísima del Rocío y Esperanza empezaba a lucir de manera especial. Una vez apaciguado el viento, la candelería comenzaba a cumplir su misión y el cofre de luz que es el palio de la Hermandad del Calvario empezaba a iluminar las calles por las que pasaba. Una luz que se multiplicaba en esta especial ocasión gracias a la saya del arco cedida por la Macarena o los candelabros de cola cedidos por la Carretería. Calas blancas y rosas color te protagonizaban el variado exorno floral que venía a completar uno de los pasos de palio más completos de nuestra ciudad.