La Virgen del Prado fue trasladada a la Parroquia de San Pablo para la celebración de su Función Principal

Dos años después, la Virgen del Prado en su Dolor volvió a pisar de manera pública las calles de su barriada del Higueral. La Hermandad del Prado puso fin a sus cultos cuaresmales con la celebración de su Función Principal de Instituto. Un culto que tuvo lugar en la Parroquia de San Pablo Apóstol, templo al que la dolorosa fue trasladada en la mañana de ayer domingo.

Tras la celebración del septenario en su capilla a lo largo de toda la pasada semana, la más joven de las cofradías de penitencia de nuestra ciudad celebró su Función Principal de Instituto en la parroquia a la que pertenece. Antes de ello, la imagen de Nuestra Señora del Prado en su Dolor fue trasladada al templo para presidir el culto. El sencillo traslado recorrió los poco más de doscientos metros que separan la capilla del templo parroquial. La Cruz alzada acompañada por sendos ciriales abría el sencillo cortejo en el que varias parejas de hermanos con cera blanca antecedían a las andas de la imagen.

Una joven cuadrilla a las órdenes de su capataz, Fernando Melgar, portaba la parihuela sobre la que se disponía la Virgen del Prado. La sagrada imagen era iluminada por seis candeleros, decorándose las andas con un centro de claveles blancos. La talla que realizara Rubén Fernández Parra vestía al saya blanca y manto negro, al igual que para sus cultos. El reducido tamaño de las puertas tanto de la capilla como de la parroquia obligó a la priostía de la hermandad a retirar la corona de la Virgen al cruzar el dintel de ambos templos. Ya en la Parroquia de San Pablo la imagen fue entronizada en el altar mayor, ante un dosel de damasco burdeos quedando escoltada por dos bouquets de claveles blancos sobre jarras. Al término de la Función, la imagen regresó de la misma forma a la capilla, a la espera ya de un nuevo Viernes de Dolores.