La familia marista vive una jornada festiva con la procesión de la Buena Madre por las calles de Huelva
Emoción e ilusión a partes iguales se respiraba en el Colegio Colón de los Hermanos Maristas al iniciarse la procesión de la Buena Madre. Tras dos años sin pisar las calles a causa de la pandemia, la devoción mariana de la familia marista volvía a pisar las calles de Huelva, una procesión que alcanzaba su décima salida, afianzándose así en el calendario cofrade del mes de mayo en nuestra ciudad.
A las cinco y media de la tarde se abrían las puertas del centro escolar para dar paso a la procesión. Los alumnos vestidos de comunión que seguían a la cruz alzada daban vitalidad y alegría a un cortejo en el que participó una representación de la Hermandad del Descendimiento como hermandad madrina de la Agrupación Marista de la Buena Madre. Integraba el cortejo también un acólito portando un relicario de orfebrería con una reliquia de San Marcelino Champagnat, fundador de la Congregación de los Hermanos Maristas.Tras el cuerpo de acólitos hacía su salida la Buena Madre sobre su paso procesional, avanzando por la calle Duque de Ahumada entre las flores moradas de las jacarandas.
La Banda de la Escuela Municipal de Música de San Juan del Puerto puso por segundo año sus sones tras el paso de la Virgen. Un coqueto paso que este año lucía en sus esquinas unos candelabros de guardabrisas, conocidos ya en nuestra ciudad pues llegaron a iluminar al Cristo de la Fe o a Santiago Apóstol entre otras imágenes. Las andas quedaban exornadas por unos elegantes centros de rosas blancas y cuatro bouquets sobre jarras de orfebrería en cada costero con las mismas rosas. En una de las columnas del templete que cobijaba a la Buena Madre pendía un lazo azul en honor de los Maristas Azules de Alepo, mientras que en el frontal figuraba como es habitual un relicario con una reliquia del antiguo palio de la Virgen de la Victoria, incendiado fortuitamente en 1953.
El cortejo bajó por la Cuesta de las Tres Caídas para adentrarse en el centro de la ciudad, llegando este año hasta la Plaza de las Monjas. En su regreso ya al centro escolar, la Buena Madre recibió la tradicional petalada en la calle La Fuente y fue recibida a las puertas de la Ermita de la Soledad por la Hermandad del Santo Entierro.