El Cristo de la Sangre volvió al Polvorín en el 75º aniversario de los Estudiantes
Tarde para la historia la vivida ayer sábado 9 de marzo junto al Santísimo Cristo de la Sangre. El crucificado, titular de la Hermandad de los Estudiantes, regresaba al templo que vio nacer a la cofradía del Martes Santo. Lo hacía, como la última vez que pisó el mármol del Polvorín, para rezar un Vía Crucis en este año en el que la cofradía estudiantil celebra su 75º aniversario fundacional.
Dos largas filas de hermanos antecedían la llegada del crucificado. La lluvia, que horas antes había regado el suelo de Huelva, dio una tregua para permitir que la Hermandad de los Estudiantes pudiera celebrar el primero de los grandes actos programados para celebrar la citada efemérides. Desde la Parroquia de San Sebastián partía el traslado del Señor, discurriendo por un recorrido de estrecheces por su barrio y la Huerta Mena, hasta desembocar en el corazón del Polvorín. Entre naranjos avanzaba el Señor hasta llegar a una de las estampas más buscadas, su paso junto al monumento al imaginero Antonio León Ortega.
La canastilla del patrón daba forma a las andas dispuestas por la priostía de la hermandad, iluminada por los candelabros del paso de la Soledad del Silencio y exornada con un monte de rosas, claveles, orquídeas y cardos en tonos rosas y malvas y dos bouquets cónicos junto al Cristo de la Sangre con calas y cardos negros. El crucificado era portado de manera vertical, presentando una imagen que en las últimas décadas no se había dado: su testa aparecía coronada por una corona de espinas.
Los sones de la Capilla Musical Gólgota y los cantos de la Escolanía de Sevilla acompañaban al Señor junto a los cofrades y hermanos que, a medida que se acercaba al vecino barrio, comenzaban a sumarse al acto. El dintel del Sagrado Corazón de Jesús lo cruzaba pasadas las ocho de la tarde, tras caer unas tímidas gotas de lluvia que no enturbió el traslado. En el interior del templo se rezó la primera de las estaciones del Vía Crucis, mientras que las demás se fueron rezando a lo largo del itinerario de regreso a la sede canónica de la cofradía, acompañado ya el Señor por las comunidades parroquiales de San Sebastián y del Sagrado Corazón de Jesús. Al cortejo se sumaron también las hermandades del Polvorín, así como las del Martes Santo y la del Santo Entierro.