Vísperas de Corpus con sabor a Domingo de Ramos
La víspera del Corpus Christi ha tomado un matiz muy distinto en los últimos años. El cambio de día para la celebración de la procesión y las iniciativas impulsadas para dar mayor esplendor a la misma, como la instalación de altares, ha regalado a la ciudad una tarde muy cofradiera, que tiene su acto principal con el traslado procesional del Cristo del Amor desde la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús hacia la Parroquia de la Purísima Concepción.
Con ganas de recuperar, al menos en parte, el Domingo de Ramos que las condiciones meteorológicas nos robó este año, los aledaños de la iglesia del Polvorín aparecían repletas de devotos y cofrades minutos antes de que se abrieran las puertas del templo. Se respiraban ganas de procesión en esta calurosa tarde de finales de mayo. Minutos antes de que los relojes marcaran las ocho de la tarde comenzaba a salir el cortejo. A la cruz alzada seguían decenas de hermanos portando cirios color rojo. En el cortejo lucía también la bandera sacramental de la cofradía en relación al carácter eucarístico de este traslado. Tras un nutrido grupo de pequeños monaguillos, la junta de gobierno presidida por José Ivars cerraba el cortejo, acompañada por representantes del equipo de gobierno municipal.
El Santísimo Cristo del Amor salía a la calle a sones de su banda, la Agrupación Musical de la Cena. Sones sin los que no se entiende el caminar del Cristo del Amor por las calles onubenses. Novedosa era la imagen que mostraba las andas del Señor. En esta ocasión, el titular de la cofradía de la Sagrada Cena era entronizado sobre el paso de Nuestra Señora en su Soledad, cedido por la Hermandad del Silencio. El dorado de su clásica talla se completaba con un exorno floral de rosas, calas y gerberas en tonos blancos, salpicado de espigas de trigo.
