Un Domingo de Laetare junto a la Virgen del Prado del Higueral

Los cultos cuaresmales de la Hermandad del Prado son unos de los más singulares de nuestras cofradías. Desde su erección canónica, la cofradía del barrio del Higueral decidió celebrar a finales de la Cuaresma un septenario doloroso en honor y gloria de su titular, Nuestra Señora del Prado en su Dolor. Una singularidad a la que se une el tener que trasladar a la dolorosa a la cercana Parroquia de San Pablo para celebrar la Función Principal de Instituto de la corporación.

Eso es lo que se vivió en la mañana de ayer en este barrio onubense. El Domingo de Laetare se vuelve más alegre aun en estas calles tan alejadas del centro de la ciudad, disfrutando con la presencia de su Virgen como antesala de lo que se vivirá el Viernes de Dolores. Tras la celebración del septenario desde el pasado domingo en la capilla de la hermandad, la Virgen del Prado fue trasladada a la parroquia para celebrar allí la fiesta grande de la hermandad. Un sencillo traslado de apenas 200 metros que separan ambos recintos sagrados en el que los rayos de sol iluminaron el nacarado rostro de la dolorosa que realizara Rubén Fernández Parra.

Tras la cruz parroquial seguían varias parejas de hermanos portando cirios e iluminando el caminar de la dolorosa. La Virgen, era portada en unas sencillas andas por sus hermanos costaleros, exornada con un centro de claveles blancos a los pies de la imagen e iluminada por varias piezas de candelería, destacando unas particulares flores de cera en las más altas. Nuestra Señora del Prado en su Dolor vestía saya negra brocada en oro y manto de terciopelo morado, portando sobre sus sienes su corona de salida cincelada por Orfebrería San Juan en el año 2018.

Tras la Función Principal de Instituto celebrada en la Parroquia de San Pablo se procedió al traslado de regreso de la sagrada imagen a su capilla. Un traslado de nuevo por las calles del Higueral en el que la imagen estuvo acompañada por los sones de la Banda Sinfónica Municipal de Huelva.