El barrio alto rezó el Vía Crucis entre los muros de San Pedro
La Cuaresma va consumiendo los días, la Semana Santa se aproxima, y los actos y cultos más tradicionales de estos días de preparación van sucediéndose sin tan si quiera darnos cuenta. La Mayor de San Pedro fue testigo en la tarde de ayer de uno de ellos, su Vía Crucis parroquial que este año alcanzó su decimocuarta edición y que se rezó por el interior del templo.
La imagen de Jesús Cautivo volvía a presidir este piadoso rezo. Un culto que suele recorrer las calles aledañas al templo pero que este año, a causa de las obras de la calle La Fuente, tuvo que realizarse en el interior del templo. La imagen que realizara Antonio Bidón en la década de los años 40 vestía para la ocasión túnica blanca, escapulario con la cruz trinitaria sobre su pecho y juego de potencias sobredoradas sobre su larga cabellera de pelo natural. Era portado en unas pequeñas andas, para facilitar su discurrir por las naves del templo, iluminada por dos sencillos hurricanes a los pies del Señor y exornada con un salteado de flores rojas.
En la más absoluta oscuridad, con la única luz que emanaba de los ciriales que antecedían las andas y de los cirios que portaban los hermanos mayores de las cinco hermandades de la parroquia, se inició el rezo del Vía Crucis. Un trío de capilla del Liceo de Moguer acompañaba con sus sobrios sones el discurrir del Señor Cautivo por el interior de la Mayor de San Pedro. Cada estación estaba señalada por una cruz iluminada por dos cirios. Cruces portadas por hermanos de la Borriquita, Pasión, Buena Muerte, Descendimiento y Santo Entierro. Los fieles, que acudieron al rezo, permanecieron sentados en los bancos situados en la nave central hasta que D. Francisco José Feria Reviriego, párroco de San Pedro, culminó los rezos y la meditación ante el Cautivo.