Opinión

Reflexión cuaresmal, Untubu

Angus Hernández


Se cuenta que, cierto antropólogo en una tribu africana, colocó debajo de un árbol una cesta con fruta fresca y a los niños que los veía sentados y aparentemente aburridos les dijo: «El primero que llegue a la cesta recibirá como premio esa cesta y podrá comerse toda esa fruta». Cuál fue su sorpresa, que esperando ver una carrera, se levantaron todos y de la mano llegaron a la vez a ese árbol y a esa cesta, todos compartieron la fruta fresca.

Cuando este antropólogo preguntó el porqué, descubrió el término UNTUBU. Es una regla ética que significa la lealtad con otras personas y la forma de relacionarse, es una palabra Zulú que significa «una persona es una persona a causa de los demás».

Es tan hermoso, ahora que estamos en nuestra Cuaresma, tiempo tan deseado para cofrades y católicos, en el que se nos invita a reflexionar, a hacer una introspección, un examen, me pareció totalmente adecuado pensar que esta lección de empatía, amor y ética, no dista absolutamente nada de lo que Nuestro Señor nos enseñó. Para estas tribus africanas, en las que todos se tienen que apoyar en todos, no es difícil, para nosotros que vivimos en egoísmos materiales, personales y ególatras es muy complicado.

No sólo, que una cosa no quita a la otra, debamos mirar y reflexionar sobre nuestro interior, el UNTUBU nos enseña que también debemos buscar respuestas en el exterior para tener una visión más amplia, consiste en conectar con los otros, porque sólo a través de los demás, encontraremos el consuelo, la alegría y la sensación de pertenencia que todos necesitamos. Ayuda, consideración, compasión y no olvidar que todos somos hermanos.

En estos tiempos de guerras, enfermedades, y catástrofes no podemos pasar impasibles, la vida sigue para cada uno, pero no podemos anestesiarnos ante tanta barbarie y dolor ajeno. Cada uno, debemos levantar la mirada y mirar al mundo. Si fuésemos todos juntos de la mano a buscar esa cesta, no habría mucho por lo que rezar y sí por lo que dar gracias. Actualmente es algo utópico, aunque esta reflexión me lleva a pensar, que si empezamos por los que tenemos al lado, algo podremos conseguir.

Vivamos la Cuaresma con serenidad, con todos esos momentos de emoción y que éstos nos sirvan de acercamiento a nuestro espíritu, a Dios y al prójimo, que no sea sólo una tradición de comer torrijas y garbanzos con bacalao, que sea productiva, útil y fructífera.

A todos aquellos que estén pasando por malos momentos ya sean por enfermedad, problemas personales o de cualquier índole, que no se dejen vencer, el hablar con Dios sana mucho, siempre hay una Cruz, compartan, digan, hablen, nada es para siempre, y perdonen, perdonar es el ejercicio más sano que existe para nuestra paz y por ende, la de nuestro entorno. Recordad que los caminos del Señor son inescrutables, y que absolutamente todo, aunque a veces no se entienda, todo ocurre por alguna razón.

Para terminar, acompaño un poema de nuestro escritor más insigne, Juan Ramón, muy bello, propio para nuestra época cuaresmal:

Lo que queráis Señor;
y sea lo queráis.
Si queréis que entre las rosas
ría hacia los manantiales
resplandores de la vida,
que sea lo queráis.
Si queréis que entre los cardos
sangre hacia las insondables
sombras de la noche eterna,
que sea lo que queráis.
Gracias si queréis que mire,
gracias si queréis cegarme;
gracias por todo y por nada,
y sea lo queráis
lo que queráis, Señor,
y sea lo que queráis.

Que tengáis todos una Cuaresma muy fructífera y valiosa.

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