Gloria inmaculista para cerrar con brillantez los días grandes de la Purísima Concepción
Culminaron los cultos y actos en honor a la Purísima Concepción de María en la ciudad de Huelva con la solemne procesión de la Hermandad de la Inmaculada por las calles más céntricas de la ciudad. La Inmaculada, devoción tan arraigada en nuestra diócesis de la que es patrona, procesionó un año más arropada por los fieles onubenses en una salida que cierra el ciclo anual de procesiones y que se mezcla con el aroma a Navidad que ya puebla cada rincón de la ciudad.
La puerta principal de la Parroquia de la Purísima Concepción se abrían a las cinco de la tarde y comenzaba a salir el cortejo. pequeños alumnos del Colegio María Inmaculada seguían los pasos de la cruz alzada. Las representaciones de las hermandades y asociaciones de la parroquia junto a las hermandades de la Cinta y la Victoria acompañaban también a los hermanos de la Inmaculada. En la presidencia, el obispo de Huelva D. Santiago Gómez y la alcaldesa de Huelva Pilar Miranda acompañaban en su salida a la junta gestora que preside en estos momentos la corporación letífica, encabezada por Mariola Luengo.
Se estrenaba al frente de la cuadrilla de costaleros como nuevo capataz Gonzalo Rey, hijo del anterior capataz Francisco Rey «Afri», quien ha tomado el testigo de su padre al frente del martillo de la Purísima. La Inmaculada Concepción presidía sus coquetas andas procesionales talladas en madera dorada, exornada con un exorno floral blanco de pureza. La Virgen vestía su saya bordada en oro por Concha Caro y manto celeste brocado en oro, luciendo su corona cincelada en plata por Orfebrería San Juan.
La procesión recorrió su tradicional itinerario, llegando hasta el convento de las Hermanas de la Cruz cuando la noche ya caía sobre el cielo onubense y las miles de bombillas que adornan la ciudad en estos días navideños otorgaban una decoración especial al paso de la Purísima. También en la iglesia de la Esperanza se vivían momentos entrañables, entrando la imagen hasta su interior donde la Virgen de la Esperanza la recibía a los pies de su camarín con motivo del besamanos que durante todo el fin de semana se viene celebrando.